viernes, 23 de diciembre de 2011

Historias y más...

Tantas cosas sucedieron que no sé por dónde comenzar.
Fueron solo 4 días, que parecieron semanas, no por aburrimiento precisamente, sino por  la cantidad de eventos ocurridos y la vertiginosidad del tiempo.
Elijo empezar por el viaje, es decir el traslado que no fue un tema menor.
Como había contado mi vuelo hacia Rio salió temprano, haciendo una escalita de 2 horas en Santiago. Todo marchaba viento en popa hasta que el señor piloto a cargo, anuncio por los parlantes del avión que este había sufrido un desperfecto en los sistemas de comunicación, por lo tanto el vuelo (con 200 pasajeros) podía correr peligro, sobre todo cuando atravesáramos la selvática área del sur y centro de Brasil. Es por esto que luego de 1 hora y media de vuelo, y ya sobre Córdoba, debimos volver a Santiago y esperar hasta nuevo aviso.
Como los hechos siempre traen consecuencias, este las tuvo y en mi caso particular dio comienzo a las aventuras inesperadas.
Fue así que llegue a Rio de Janeiro a la 1 am, no a las 5 pm como decía el boleto. Por más que parezca un detalle irrelevante, este horario complica al viajero solitario que no tiene  quien lo valla a buscar, ni siquiera alguien que sepas que estas ahí.
En una ciudad con más de 9 millones de habitantes y con un record no muy alentador de más de 2000 favelas en los alrededores, la preocupación llego a mí. Pero había 2 cosas con las cuales no contaba, el idioma, aliado fundamental a la hora de relacionarme con el entorno, por más que no le entendiera una chota al tachero que me quería hacer un citytour a esa hora. Y en segundo lugar el más importante, la gente. Si, así como suena la ayuda de la gente siempre se hace presente en los momentos que hasta el antitranspirante te abandona. Una pareja de recién casados se dirigía a Buzios, obviamente tenían su transfer con apellido escrito en cartelito y todo, lo que representaba para mí una inmejorable oportunidad para "unírmeles" a su luna de miel y así poder llegar a destino.
Luego de varios idas y vueltas y previo "billetin" nos embarcamos a Buzios en una Traffic, la pareja, la conductora donna Junia (que resulto ser muy piola) y yo, llegando a destino a las 4 am (ya el hambre y sueño habían desaparecido). Dejamos a la pareja en su pousada 5 estrellas y volvieron las dudas cuando la donna se prendió un cigarro y me miro como diciendo: y vos qué onda?
Nos reímos un rato y luego me dejo en una estación de servicio en el centro con mis bolsos. Antes de partir me pregunto si tenía plata para comer algo, a lo cual respondí afirmativamente para no preocuparla, aunque no tenía un solo real.
Viendo el panorama me dedique a observar detalladamente cada objeto, hasta que unos 30 min. Después el sueño retorno. Luego de intentar dormir en una parada de colectivo, me decidí a caminar unas 15 cuadras con equipaje por las desoladas y húmedas calles de Buzios hasta llegar a una playa donde me rendí al cansancio. Deje mis mochilas al lado, saque la mantita de LAN y la almohada inflable, y hasta mañana.
Amanecí en la playa más céntrica de Buzios, con un perro tirado a mi lado (fiel compañero) y los municipales (garotos de 2 mtrs) mirándome sorprendidos, sobreviniendo a esto un sentimiento  mixto de náufrago y vagabundo. Poco me importo, salude a los muchachos, acomode la manta llena de arena y continúe durmiendo hasta que el sol se encargó de darme la bienvenida.
Ya despierto, caminando tipo walking dead y sucio como pocos (pero con el perro), llegue al hostel donde me recibió Lucas. Experiencia digna de contar...
Ya instalado, primer comentario respecto de la naturaleza exuberante del lugar junto con sus aguas cálidas y semi transparentes. Armacao dos Buzios es una península que sale por fuera del continente apenas unido por una delgada línea de tierra, lo que la diferencia de una isla. Como lo preveía, es una ciudad cosmopolita, llena de residentes argentinos, muy turística (más de 600 posadas) y exageradamente cara.
 Tan caro es Buzios que nos llevó a salir a buscar empleo y alquiler inmediatamente. Entre chapuzones al mar y preguntas a la gente, llegamos a un locutorio de la praia de Joao Fernandes, la más top donde nos atendió Jesús, un argentino de unos 65 años, de estatura mediana, bigote blanco y cara de bonachón. Luego de hablar un rato nos comentó que precisaba de 2 personas que lo ayudaran a armar unas cabinas de teléfono y otro a pintar la casa de su hija en Verija (otra playa más alejada). Lucas comenzó a armar las cabinas y a mí me tocó la pintura (agradezco a mi vieja que me haya hecho pintar el living y la cocina hace 2 años) .Así fue como nació la nueva profesión a la cual asisto todas las mañanas hasta las 3 aprox, un rato antes si el jefe no está, para luego ir a praiarla y conocer
Lucas decidió tomar vacaciones y volverse la semana próxima, después de navidad. Yo por ahora sigo con intenciones de continuar viaje, aunque no sé si Buzios es el lugar indicado ya que es demasiado caro, los salarios son realmente bajos y hay poco del Brasil que quiero conocer, por eso evaluare mi partida a otro pueblo costero en estos días, tal vez Paraty.
Mientras sigo pintando, cada vez me amigo más con el rodillo, y conociendo el lugar, que aunque es una ciudad turística, deja entrever en sus rincones barrios y lugares bien brasileros, con supermercados baratos, morros llenos de vegetación y casitas, verdulerías con papaya y mandioca, iglesias evangélicas donde todos cantan y bailan, y calles de adoquines que hacen de este un pueblo realmente hermoso.
Se las sigo pronto con algunas fotitos
Abrazos del alma y felicidades para todos!

martes, 20 de diciembre de 2011

Empezar por el principio

Me voy a Brasil.
Variadas fueron las reacciones a esta simple frase de 4 palabras.
Alegría: moderada, alta e  inconmensurable, hasta a veces superando mi mayor optimismo. Saltos, abrazos, risas, piñas...
Seriedad, mirada penetrante, preguntas variadas (la mayoría sin respuesta),  incomprensión, hasta algún signo de preocupación en el rostro.
Asombro, frases tales como “buena locoo”, mil preguntas en 30 segundos, desesperación, alegría y hasta una pizca de locura.
Y por ultimo, resignación. Mirada fija, seños fruncidos, cabeza gacha meneándola de lado a lado, tal vez pensando: “Este pibe esta no tiene remedio, como no se va de vacaciones a Mar del plata con el padre, se deja de joder  y de paso se recibe antes”
Pero bueno, luego de un intenso y movidito año, aparece una nueva idea que incluye un viaje, pero no un viaje más sino un viaje con todas las letras
Este viaje llega dentro en un contexto de tranquilidad, motivación y reencuentro con una persona a la cual he logrado conocer un poco este año, conmigo.
Los motivos del viaje son muchos, pero hay uno particular que gira por mi cabeza intentando encontrar algún tipo de respuesta que satisfaga su apetito de comprensión, ¿Qué representan los viajes? ¿Que valor poseen que los anhelo tanto?
Es una respuesta que de a poco y entre aventuras uno va descubriendo, va vivenciando y aprendiendo a disfrutar cada vez mas a su paso. Es por esto que escribo, tratando de no caer en un simple diario de viaje, de hechos sin sentido y postales de librería. Sino un viaje mas allá, mas allá de un paisaje, mas allá de de una ciudad, de lo visible, un viaje cultural.
La hago cortita (siendo las 2 am y los mosquitos asechandome) ya que mañana temprano sale mi vuelo hacia Rio, previa escala en Santiago, esperándome un largo día para intentar llegar a destino ya entrada la noche  y encontrarme con mi amigo Lucas. Imagino la alegría de hallarnos mañana a 4000 km de distancia de casa e ir a tomar unos caipirinhas, brindando por esta nueva aventura, de la cual realmente no se mucho.
Luego se las sigo.
Los dejo, y  tomo prestado el saludo de mi amigo Bruno que refleja la esencia.
Abrazos del alma...